Por tercer año consecutivo, el domingo 27 de julio, recorrimos las calles del pueblo interpretando dianas, pasacalles y pasodobles.
Y a la puerta de alguna casa de madrugadores o trasnochadores... según se mire, hubo ocasión incluso de bailar alguna jota con una abuela entregada y una nieta que aún no tenía ganas de ir a acostarse.
Una forma magnífica de empezar el día, o terminar la noche, dependiendo de los ritmos circadianos de cada uno, ja,ja,ja,ja
Y a las 11 una parada estratégica en el bar de la casa del pueblo, con Mari, antes de continuar el ajetreado domingo.
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